Tomar bebidas alcohólicas durante el embarazo puede generar alteraciones neurológicas y físicas en el feto. Se trata de un paraguas de dolencias conocidas como Trastornos de Espectro Alcohólico Fetal (TEAF). El Síndrome de Alcoholismo Fetal (SAF) es el más grave y presenta rasgos físicos y neurológicos muy marcados, pero hay otros trastornos vinculados inapreciables a simple vista.
Hasta 1973 el alcohol no fue oficialmente reconocido como teratógeno, una sustancia que puede dañar el feto. Hoy en día, el público general todavía no sabe qué son el síndrome de alcoholismo fetal y el efecto alcohólico fetal.
“Los niños con efecto alcohólico fetal a menudo tienen desventajas porque no se les hace un buen diagnóstico”, dice Georgiana Wilton, coordinadora de la National Family Empowerment Network, que ofrece apoyo a familias afectadas por el síndrome de alcoholismo fetal y el efecto de alcohólico fetal. Esto también ocurre con los niños que sufren alteración del desarrollo neurológico relacionado con alcohol, una categoría de lesiones prenatales descubierta recientemente, que afecta a aquellos niños que sólo muestran los problemas emocionales y de comportamiento de SAF y del EAF sin ningún otro signo de retraso en el desarrollo ni deficiencias en el crecimiento físico.
“El trastorno no es reconocido y estos niños sufren por ello”, afirma Wilton. “Su comportamiento puede parecer beligerante u obstinado, mientras que en realidad el trastorno de conducta de estos niños proviene de la poca comprensión que tienen de lo que se espera de ellos”. Wilton explica que aunque los niños con EAF o con alteración del desarrollo neurológico relacionado con el alcohol (ANDRA) pueden obtener buenos resultados en las pruebas de inteligencia, sus deficiencias de comportamiento a menudo interfieren con su capacidad de desempeño. Es esencial que los padres, los profesionales de la salud y los profesores de estos niños, reciban una formación y una educación adecuada para poder ocuparse de ellos.
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